Los bancos jamás le pedirán la contraseña por correo electrónico, ni tampoco que confirme sus datos, ni que rellene un formulario, ni nada parecido. Son todo maniobras de phishing para lograr acceso a las cuentas bancarias de quienes caen en el engaño. Y por supuesto, también hay que desconfiar de cualquier otro mensaje extraño, como los que todos hemos recibido alguna vez de una modelo rusa que busca pareja en Europa o un presidente africano derrocado que necesita que le guardemos temporalmente su fortuna en el banco.
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